domingo, 19 de mayo de 2013

Velero de la pupila


Los ojos se hicieron para no verse a sí mismos
para no distinguir el universo profundo
de la soledad abisal del ego.

Los ojos se hicieron obligados a comprender
que solo en el ojo ajeno existimos
mas allá del cubil y su colmillo.

Después vinieron los espejos y los narcisos,
el saqueo de la Tierra y la vida estabulada
para el matadero del progreso.

De niño tenía un corazón de madera
para jugar como encina al amor
a la tierra entregada a sus criaturas.

Me asomé al ojo del sapo y el caballo
y en sus pupilas de sombra encontré
la identidad mas allá del el reflejo.

La pobreza no tenía nada que perder
por eso llamábamos riqueza
a la manta compartida.

El oro del sol, la plata del agua.
El mercado del aire y el pago en amor
traían su abundancia de vida.

No temáis otra miseria que el egoísmo,
temed la miseria de los ricos y sus leyes
y aquella que os arrastra a los silencios cómplices.
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